viernes, 29 de febrero de 2008

Marianne Faithfull, el paisaje después de la destrucción



Una vida en la que las cicatrices pesan tanto como el mito. Con décadas de historia como musa de un buen montón de artistas del rock o la literatura, superviviente de la lucha con la heroína y de la huida vagabunda hacia el Soho londinense, la última pelea de Marianne Faithfull (Londres, 1946) ha sido contra el cáncer de mama. El paisaje después de la batalla está servido. Marianne actua este sábado en el Auditorio Nacional de Música en Madrid, dentro del excelente ciclo "Ellas crean".

Dos discos, !"Kissin’ Time" (2002) y "Before de Poison" (2004), han creado una nueva generación de seguidores que llegan sin equipaje a la gran Marianne. Ha sabido rodearse: Beck, Damon Albarn, Nick Cave, PJ Harvey o Jarvis Cocker han colaborado con ella en los últimos años.

La cantante está dispuesta a todo. Se siente renacida: “A ese público joven no le importa mi pasado. Eso es estupendo para mí. Ya es hora de cortar con el pasado”. Hace justo un año, Marianne vino a Madrid con un tremendo resfriado. Su voz herida sonó más herida que de costumbre. Las cicatrices al aire mostraban su capacidad para apreciar el valor de la vida.

Marianne traía un mensaje: “Me descubrieron –dijo entonces– la enfermedad en estadio de precáncer, justo antes de que el cuerpo empezara a desarrollar el tumor. Estoy agradecida por estar viva. Aconsejo a todas las mujeres que se hagan una revisión anual. Y a los hombres, que se hagan mirar la próstata”.

Tengo un simpático recuerdo de su coquetería en ese encuentro con la prensa. Antes de hablar para los periodistas le hicieron unas fotos. Marianne sacó el espejito del bolso y un pintalabios para retocarse el maquillaje. Para abrirse camino y poder apoyar sus trastos de belleza en una mesa, me apartó hacia un lado con un certero golpe de cadera. También con una sonrisa.


Quería liberarse del papel autodestructivo de vivir a la sombra de grandes artistas y ser ella misma
De vuelta de todo


Quienes hayan visto la película "Irina Palm" sabrán que la Faithfull está tan de vuelta de todo que puede prescindir del glamour. En esas calles del Soho donde se ambienta el cuento moral de la abuela masturbadora, la joven Marianne tuvo una vida anónima y callejera en los años 70, una “sin techo” real. Quería liberarse del papel autodestructivo de vivir a la sombra de grandes artistas y ser ella misma.

Vivió en la calle, con esas ofertas de sexo a su alrededor que con tanto verismo han sido retratadas en Irina Palm. Dice que en aquel momento ni siquiera se dio cuenta de estar en medio de un mercado del sexo. Tenía otras prioridades para reconducir su vida y dejar de oficiar de musa: “O te sacrificas en el altar, o te largas”.

En 1994, Marianne publicó Una autobiografía. Es un libro excelente y sabio, que rezuma filosofía, un recorrido con drama y con humor por las viejas heridas tras haber vencido al mal rollo. Hoy, ser amigo de la Faithfull es algo así como un título honorífico. Además del arte de aprender a sobrevivir, estas páginas de sus memorias tienen un encanto especial en los retratos de los músicos y personajes de la leyenda.

Un ángel con grandes tetas


Marianne afina el tiro. En la fiesta en que conoció a Mick Jagger, el tipo que verdaderamente la impresionó fue Andrew Loog Oldham, manager de Rolling Stones. Jagger y Richards le parecieron unos escolares arrogantes. De Oldham destaca su fino instinto comercial. “Vi un ángel con grandes tetas y lo contraté”, dijo Andrew de ella.

En sus discos de los años 60, la Faithfull tenía una voz sensual y encantadora. Bonitas canciones con formato de pop o folk. La voz turbadora y escabrosa apareció por primera vez en el excepcional disco Broken English (1979). Con los sofisticados cuidados del productor Hall Willner, una Marianne liberada de la maldición reapareció en "Strange Weather" (1987).

El compositor cinematográfico Angelo Badalamenti se puso a su servicio en S"ecret Life" (1995). Dos álbumes dedicados al cabaret de la República de Weimar, "20th Century Blues" (1996) y "The Seven Feadlly Sins" (1998), centraron su madurez. Marianne Faithfull, una artista con mucha leyenda y poco dinero. Todavía no ha conseguido ahorrar, no tiene ni casa propia.

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jueves, 28 de febrero de 2008

jazz con raíces. Lizz Wright



Sus raíces están en el folk, el gospel y el blues. Una nueva y emocionante vocalista de jazz para esta década. La fuerza de la melodía se apoya en refinadas instrumentaciones acústicas. Autora de la mayoría de sus piezas, Lizz Wright traba en este tercer álbum una ligazón especial en las composiciones con la guitarrista Tosí Reagon, hija de Bernice Johnson Reagon, la formidable cantante de Sweet Honey In The Rock. De este febril grupo de cantantes activistas, Lizz adapta el tema “Hey Mann”.

Otras formidables y muy personales recreaciones trabajan piezas del blues de Ike Turner, la balada rock de Led Zeppelín y country nostálgico de Patsy Cline. Hay que destacar el trabajo creativo en la guitarra de Oren Bloedow, miembro del vanguardista jazz neoyorkino de The Lounge Lizards. Colaboran Joel Burns y John Covertino, líderes de Calexico, puntero grupo “indie- americana”. Sin seguir modelos y aventurando su propio estilo, la sensible e inteligente Wright se expresa desde un crisol de mezclas artesanales. El punto de partida de “The Orchard” está en la tierra natal.

Artista
Lizz Wirgt nació en Hahira, Georgia, en 1980. Hija de padre predicador y madre cantante, Lizz comenzó formando un trío vocal con sus hermanos. Se dio a conocer en 2002, en dos conciertos de homenaje a la mítica Billie Holiday. Al año siguiente fue fichada por el sello Verve. Su nuevo álbum “The Orchard” ha sido producido por el sofisticado Craig Street (Cassandra Wilson, k.d. Lang…)

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domingo, 24 de febrero de 2008

Juan Moneo "El Torta": "El cante me hace sentir puñalás"




Cante salvaje, flamenco a bocajarro, arte sin afeites: Juan Moneo “El Torta”. Tras casi quince años sin grabar, “El Torta” reaparece con el CD y DVD “Momentos”. Dice que es un cantaor rebelde, que no le interesa la política. Han sido años duros de vivir la noche hasta quemarse, de pelea con la heroína de la que hoy se desliga cantado sentimientos positivos. Este gitano de Jerez de la Frontera canta desde la verdad, citando al duende, en ese sin vivir suyo que es su manera de expresarse. Este flamenco sin domesticar ofrece un arte genuino, una forma desatada y primitiva de interpretar.

-¿Por qué no ha grabado en estos años?

-“Cogí un poco de depresión. Los amores, la bebida… La noche es muy mala. Nunca se puede decir de esta agua no beberé, pero estoy montando la guardia y no dejo entrar al diablo en mi templo. La culpa de no grabar, en un alto tanto por ciento, la he tenido yo. Ahora me encuentro mejor que nunca. Pero lo que has ganado en varios años, lo puedes perder en una noche, en milésimas de segundo. Hay que estar vigilante. La noche es hipocresía, cuatro botellas de whisky, cuatro rayas, la heroína y un “pink floyd”. Por la mañana, todo es mentira”.

-¿Su denominación de origen está en Jerez?

-“San Miguel es mi cuna. Ese barrio me lo ha dado todo. Yo me iba de jugar a la pelota para escuchar cantar a mi abuelo. Empecé a cantar en la calle a los 12 años. En cada sitio había una fiesta, y tenían que venir a recogerme porque yo de ahí no me iba. Para mí es importante haber escuchado allí a Tío Borrico, a Terremoto… La persona que lleva el flamenco en los genes muere echando espuma por la boca, pero cantando. Yo he tenido el privilegio de escuchar aquella gente. Ahí aprendí a levantar al público”.
-¿Sus maestros?

-“Admiro a mi amigo Jose Menese, porque siempre ha cantado puro. La baraja tiene cuatro reyes y cuatro ases, los míos son Mairena, Terremoto, Sernita, Manuel Moneo, Manuel Agujetas, Tío Borrico… Y Camarón, que se sale por los poros, que liga con todas las cartas como el comodín. Después de Manuel Torre y Antonio Chacón, que ya están en malvas, nadie ha hecho tanto por el cante como Antonio Mairena, que puso el cante en dinero. Después llegó el “bicho”, que es Camarón, y revolucionó todo esto. Gracias a Camarón los aficionados son ya planetarios”.

-¿Hay que darlo todo en el cante?

-“El cante me dice tanto que siento que me da puñalás. Es muy fuerte. El cante flamenco es una tragedia, una quimera. Ahora me atrevo a hablarle al cante como a un amigo. Yo sin el cante sería un bulto. Mi pena es tan grande, que cuando canto mi pena, mi voz se hace sangre. Cuando las cosas me salen bien no me importaría morirme en ese momento. Luego lo pienso y digo: quita”.

-Le canta unos tangos a su paisano Luis de la Pica

- “Luis era como un niño chico. Era romántico, poeta, bohemio, buena persona…En la última mitad del siglo no ha habido un cantaor con más personalidad y estilo que Luis de la Pica. Fue un innovador, todo amor, flores, besos, quiéreme que yo voy detrás… Ahora que le hemos perdido es cuando se le valora más”.

-¿Ya no vive en Jerez?

- Ahora vivo lejos de Jerez, en un pueblo pequeño de la sierra madrileña. Estudiar es repasar a los maestros, sentado en casa, con los cascos puestos y escuchando. Luego me voy al monte y me pongo a chillar. Canto a la naturaleza, los pájaros, la nieve… Arriba, en el monte, donde no me ve nadie, pero abajo, en el pueblo, se ha escuchado, ¡ojú! Yo soy un cantaor imprevisible, de inspiración”.

-¿Cómo construye sus cantes?

-“Las letras las pienso y me las aprendo, no las grabo porque todavía no me he comprado un magnetofón. Cuando una letra me gusta, estoy toda la noche con ella de acá para allá. Pongo las letras en la memoria. Algunas veces, como ya no tengo la salud que tenía con 30 años, le digo a mi mujer que lo apunte. Si yo hubiera podido estudiar música, sería el rey”.

-¿Le queda mucha vida a este arte?

-“El flamenco ahora yo lo veo bien, aunque hay muchas cosas que están vendidas y compradas. Hay pocos cantaores de masas, cantaores de transmisión. Transmitir es cuando el público no te oye más que a ti. Tengo el presentimiento que dentro de veinte años el flamenco de verdad habrá desaparecido, que se habrán perdido los condimentos y la salsa, que es el llanto y el sufrir. La gente seguirá sufriendo por desnudar a una mujer, quitarle botón a botón, cantar porno, hacer un videoclip en la cama.. El flamenco se ira desvirtuando”.

Juan Moneo “El Torta”

Familia. Nace Juan Moneo “El Torta” en el muy flamenco barrio de San Miguel, Jerez de la Frontera, en 1953. De la gitana estirpe flamenca de los Pacote, es hermano de también cantaor Manuel Moneo.

Maestros. Su línea es la del flamenco clásico. Marcado por la admiración hacia la obra y la persona de Antonio Mairena.

Reconocimiento: Gana en 1972 el Premio de Soleares del Concurso de Mairena del Alcor. No lo recoge en persona por vergüenza.

Estilo: Su cante refleja una forma de vivir. Su experiencia con las drogas queda reflejada en las bulerías “Heroína”.

Otras referencias: Fuera del flamenco, artistas que le ponen en trance son Louis Armstrong y Pink Floyd.

Discografía: “Luna mora” (1990), “Colores morenos” (1994) y “Momentos” (2007).



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sábado, 23 de febrero de 2008

sandeces, machismo, senilidad. Fernando Sánchez Dragó


Son las doce de la noche en España. Qué cruz de hombre. En algún momento las tonterías de Sánchez Dragó tenían que ser investigadas. Ahora ocurre que Sanidad pide a la Abogacía del Estado que estudie la propaganda absurda que hizo FSD de la melatonina. Igual podía haber pasado hace unos días cuando este esperpéntico “medicine man” televisivo cantaba las excelencias de unas cápsulas para mantener la próstata en buen estado.

Tanto empeño en convertir “Diario de la noche” en un púlpito privado para promocionar sus libros o sus estupideces ya agota. Se le llena la boca con eso de “la información, la opinión y la libertad de expresión”. Esto último de la libertad de expresión es particularmente curioso porque consiste en una continua jaculatoria ante los menesteres de la “lideresa”. El señor del gato, el vaso de whisky, la flor y los hongos pospuso encarar el asunto de la melatonina. Pero sí avanzó que próximamente dará la tabarra con las bondades del té verde y el caparazón del cangrejo.

El buhonero del “elixir de mi eterna juventud” no había caído en que por grandes que sean sus chorradas, la actualidad tiene cierto interés, sobre todo la noche en que comenzó la campaña electoral. Dejó para otro día llevar a un médico amigo suyo. FSD hace propaganda del viaje que hará por esos mundos. Ha conseguido que un admirador le preste un coche. Para esto sirve un noticiario. Sin querer, Garci tendió la trampa de pedir que FSD leyera el nombre del director de “Los puentes de Madison”. Sanchéz Dragó ni siquiera sabe quién es Clint Eastwood.

Mucho machismo y senilidad, esas sí son sus señas. La displicencia con que trata los comentarios sobre economía de Ana Samboal se explica por la ignorancia de este viejo verde pagado de sí mismo. Fernando Sánchez Dragó cuadra bien con aquel trasnochado “señor del casino provinciano”. Nada que ver con el rigor y la objetividad exigible al director de un informativo.

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viernes, 15 de febrero de 2008

indian summer. Dave Brubeck



De joven, allá por años 70, yo pensaba tonterías acerca de Dave Brubeck. Me molestaba la perfección matemática de su “Take Five”, en la que veía algo de demoníaco objeto de diseño; tampoco soportaba aquellos chillones pantalones a cuadros, que, sin embargo, en Billy Wilder me parecían encantadores. No me consuela que yo no fuera el único en pesar y decir este tipo de ridiculeces. Lo que sí me consuela, me reconcilia con lo mejor que puede darnos la vida, es que Dave, a sus 87 años, grabe un disco de piano en solitario con un jazz desbordante de emoción, imaginación, equilibrio, conocimiento… Hace mucho tiempo que ya veo a Brubeck con lo mejor de mis ojos.

Pero “Indian Summer” me ha sorprendido, me produce un placer sibárítico, me permite reírme de mi mismo. Un día tranquilo y feliz, un día de verano indio para este otoñal artista que va paseando sus composiciones cargadas de esencias jazzísticas, descansando a la luz de canciones tan radiantes como “September Song”, “I´m Alone”, “Sweet Lorraine” o “Georgia On My Mind”. Hoy, este maestro de un jazz radicalmente individualista, que en su juventud estudió con luminarias de la música contemporánea como Schöenberg o Darius Milhaud, se expresa con una sencillez a tumba abierta. Un pilar de la sabiduría.


Dave Brubeck nació en California, en 1920. Combinó en su juventud el amor al jazz con el inquieto aprendizaje de la música clásica contemporánea. Fue muy criticado por establecer puentes entre ambos mundos. Junto al mágico saxo de Paul Desmond, Dave dejó una impronta popular en la historia del jazz. Los prejuicios no pudieron con él.

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down in New Orleans. Blind Boys Of Alabama


Un grupo con mucha historia y que sabe vivir en el tiempo presente. Gospel genuino pero bebiendo en las más diversas fuentes de la música popular. Estos cantantes invidentes de Alabama homenajean ahora el crisol de músicas y culturas que es Nueva Orleáns. Les acompañan unos amigos con fuerte sabor a autenticidad: The Hot 8 Brass Band (festivo pasacalles de los metales), Bennie Pete and Carl Le Blanc (blues rural con tuba y banjo) y The Preservation Hall Jazz Band (jazz primitivo de la ciudad) y Alain Toussaint (rhythm and blues autóctono).

El repertorio los componen espirituales tradicionales y piezas de autor. Las tórridas voces de los Blind Boys se apoderan de “Make A Better Word” (Earl King), “I Prayer” (Curtis Mayfield) o “Across The Bridge” (Walter Scott). Esta última formación que lidera Jimmy Carter ha colocado al quinteto vocal en un lugar eminente.

The Blind Boys of Alabama han conseguido que el gospel y los espirituales trasciendan a su público natural. Música soberbia, interpretada con una maestría total. Sin desvirtuar sus esencias, el gospel de este luminoso y estelar grupo acoge temas y artistas de claras conexiones musicales con este negrísimo estilo.

Datos
El grupo se formó en 1939, en el Alabama Institute for the Negro Blind. La formación actual se ha convertido en un fenómeno enormemente popular. Lo mismo consiguen éxito televisivo con una versión de Tom Waits que meten sus voces en las visiones de Peter Gabriel.

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viernes, 1 de febrero de 2008

dos colosos. Enrique Morente y Pepe Habichuela


Enrique Morente es la máxima figura del cante flamenco actual, más aún si le acompaña la guitarra de Pepe Habichuela. Eso es así, sencillamente. En el territorio del cante jondo, clásico, caben pocas discusiones. Todas las veces que a lo largo de los años hemos visto juntos a los dos granadinos, cantaor y tocaor han estado cumbre. Esa magia increíble volvió a surgir la otra noche en el teatro Albéniz, histórico recinto que Morente reclamó que no se venda. “Que no pongan una tienda de chorizos que engordan y caramelos que se les caen los ojos a los niños”, dijo con su humor habitual.

Dado el cariz especial de compromiso con el flamenco más estricto, Enrique bromeó también sobre su próxima reunión con el grupo Sonic Youth: “Espérate, les he dicho, que tenemos que cantar ahora por seguiriyas”. Y las seguiriyas fueron de una intimidad sobrecogedora, el reto descomunal que es cantar “Reniego yo”, de Tomás Pavón. Un momento antes había tenido lugar una de esas interpretaciones en las que Morente se sabe pletórico, su creación musical del poema de Miguel Hernández “Elegía a Ramón Sijé”. Lo grabó hace treinta años con esta milagrosa guitarra de Pepe Habichuela, y para presentar Enrique ironizó: “En aquellos tiempos hacíamos travesuras y correrías por estas calles. Había aquí al lado un hotel que se llamaba la DGS”.

En el poema de García Lorca “La guitarra”, la sonanta de Pepe estuvo cósmica. Un noche de fábula también con las caña, las alegrías, las soleares, los tangos y las bulerías. Todo en la voz de Morente adquierió una dimensión inusitada y colosal, más inmensa con Pepe.