lunes, 10 de marzo de 2008

eurovisión a la española, caspa explícita


Lenin refutado. Se demuestra la falsedad de su máxima más irrefutable: “Las masas también se equivocan”. Eurovisión es un atorrante mundo extraterrestre, un concepto de europeidad laxante, una palabra malformada por los hechos diferenciales del Viejo Continente. Nunca ha representado Eurovisión algún valor ligado a la modernidad, ni siquiera cuando el “La, la, la” le puso minifalda a la España de Franco. Metidos en este laberinto, no da lo mismo blanco que tinto. Que gane la caspa explícita parece lo menos enfermizo. “Baila el Chiki-Chiki” estaba programado para ganar. Ganó un peculiar sentido del humor. Ganó una broma pesada, pero broma. Esto es lo que pasa por dejar que el personal vote libremente con un teléfono. El gentil notario, deslumbrado por la Carrá, pasó de explicar eso tan enrevesado del 20 y el 80 por ciento de las votaciones. Mejor.

Raffaella Carrá condujo la pesada ceremonia. Como en todo programa que va a la conquista del gran público, el discurrir tiene que ser largo, reiterativo y hueco. Nadie nos salvó de “Salvemos Eurovisión”. Mala pasada para la memoria histórica. Trajeron del más allá a José Luis Uribarri, ese ente que hasta bailó muy serio “explota-explótame-expló”. Dijo Uribarri, todo un profesional de la convicción, que el grupo La Casa Azul representaba el “modernismo”. ¡Qué extravío!

Pero quizá tenga una perversa razón el trasnochado Uribarri, quizá el “modernismo” eurovisivo sea esta estupidez de la revolución sexual pilotada por el mismo talento que compuso “Amo a Laura”. La España eurovisiva tiene aspectos muy enigmáticos. De haber atendido a la tradición canónica, la torrefacta balada con bramidos de Coral debió quedar en primer puesto. No fue así. En el planeta friki, ganó la conspiración de Buenafuente. “Ay, Macarena” y “Aserejé” ya tienen otro hermanito. El verano está a la vuelta de esquina.

Publicado en Público

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Por qué no? Porque seguimos pijoteramente diciendo lo de Lenin o lo de Ibsen, me da igual que me da lo mismo: los "intelectuales" piensan que la mayoría puede equivocarse. Por supuesto que pueden, y a diosgracias, aunque una equivocación tan solemne--opinan los casposos--debe conducir a un triunfo igual de solemne. A mí me la refanflinfa. A algunos de mis mayores les jode que el sepia de las fotos no se refleje en la pantallla de las 625. A mis librepensadores amigos parece que les pasa lo mismo: ¿cuántos años viendo EuroVisión para seguir opinando que no nos dan la merecida recompensa a nuestra lealtad?
Venga, colega, que este hace lo que algunos hubiéramos disfrutado haciendo delante de tanta gente. Y si no, que se lo digan a Paquito.
Otra cosa es el burdo negocio de los mensajes: voy a querellarme con una empresa, la más, por haberme confundido con un mensaje sobre un coche. Cada vez que he intentado parar el bombardeo me han cobrado más de un eurazo. Estoy en fase de reclamo y amenazas. A alguien se lo contaré. No sé si la cosa me pillará por aquí o en cualquier otro bolg bien escrito.
Felicidades. Me gusta tu foto con decorado de oficina cutre en la calle.
T.