viernes, 9 de octubre de 2009

Jajó, Jajó, la botella de ron!!!

















Remitido por Vic de Buitrague



El pirata, mon cher, es sobre todo el que intenta la fortuna en las aventuras, y como debe ser en estos intentos, el fuego es un aliado determinante para la feliz consecución de los objetivos. Así, cualquier abordaje que se precie de tal, debe ser acompañado de un despliegue y aparato pirotécnico de "manda güevos". Lo de consecución de los objetivos es lo que los piratas berberiscos llamaban "llegar a buen puerto".



En el mar está el "habitat" del pirata. No hay más que ver cualquier película de Burt Lancaster para comprobarlo. No está, pues, en los despachos de los ejecutivos de las petroleras, de las empresas de enriquecimiento de uranio y otros materiales, o de los grandes emporios de las comunicaciones. Son los subproductos de la piratería los que anidan en estos sitios y como veremos más adelante son los desvirtuadores del noble oficio. Ahí, repanchingados en sus sillones "Chester", con el nudo aflojado de sus corbatas modelo "político valenciano", mandando "telex" a los corsarios que dirigen barcos cagadores de residuos o depredadores de "Pescanova".

Los verdaderos piratas, tal y como nos enseña la historia, no se limpian los garfios con amianto ni meten cebollazos a los bancos de atunes. Te reitero, Pierrot, que son los que intentan la fortuna en las aventuras que pueden terminar mal, o no, o regular, o en nada o en anestesia, como se relata en algún bolero caribeño como el que suena:

"A bordo de un barco pirata,
donde no queda ni una rata
se queda un pirata mamón
y se trinca una botella de ron".




También desarrollan desconfianza hacia sus semejantes, sean piratas o no. Solo por ser hombres (la raza humana se caracteriza por un gran cuajo). No así sucede con respecto a otros animales hacia los que el pirata genuino tiene una gran afición y busca en ellos los valores de la lealtad, la confianza, la ternura y la camaradería, como queda manifiesto en en los poemas maories, recuperados por Corto Maltés en una población de una isla del archipiélago de Bora-Bora:

"Somos los piratas, toda una vida fiel
al gato y a las trampas"

Eruditos en las ciencias del mar, que tienen como objetivo el conocimiento de esta profesión, se afanan en demostrar que la voz "pirata" no aparece antes de la invención de la pólvora, pero en su etapa dorada siempre y necesariamente había ya bajeles como demuestra el poema épico de Homero "La Odisea" que, se sabe, estaba protagonizado por Ulises y sus compañeros de viaje, y según narra un juglar mediterráneo, con gran tendencia a la mística y a la idealización, de nuestro tiempo eran hombres que "a sua terra son fideles". Hay que remarcar que solo a su tierra y no siempre.

Cilicios, vikingos, gente de Sandokan, huestes de Roger de Flor y sus almogávares, vitalianos, berberiscos, corsarios y otros muchos, han creado y siguen creando, mon ami, una de las referencias más bellas para gastar el tiempo durante la vida. La experiencia de la vitalidad continua, la catártica aventura, la excitación del motín, el parche de cuero de glúteo de sirena en el ojo, conllevaban y conllevan una estética difícilmente superable y, de por sí, equiparable a la vida agitada y entretenida del Gran Visir de Damasco en la Edad Media, a las aventuras de Tintín en el Tibet y otros lugares, a la del superviviente del accidente del avión Penthouse con las chicas del calendario del año que también se salvaron todas o incluso a la misteriosa, esotérica y oculta vida de Monseñor Escribá.

El ser pirata crea adicción y relax a la vez. No olvides y si lo haces, te recuerdo el "addagio" que nunca ha faltado en ningún buen pirata:

"Y de la tronada al sol violento,
y del viento al rebramar
Yo me duermo sosegado
arrullado por el mar"























Pero todo se aburguesa y se pudre (es por el toque genuino de la condición del hombre), los actos, los instrumentos, la piratería como bella arte. Pero de pronto ha aparecido, como un volcán "neocon", la figura del bucanero que ha roto con la idea idílica del pirata; la degradación alcanza simas abisales. El tráfico del bucanero es vil y viles son sus ideales de acumulación de riqueza sin tino, la explotación de los hombres hasta llevarlos al virus de la esclavitud, los asesinos de masas, malhechores sin compasión, que arrojan a otros hombres al pozo minado e infeccioso del hambre, la tortura y la enfermedad, que saquean lo que huele a vida que pronto no olerá. Bucaneros de Barbados, Wall Street, islas Caimán, Islas Vírgenes.

"Por la pasarela tendrá que salir
Oh, al agua con él, al agua con él.
Solo un par de pasitos le acercan al fin.
Oh, al agua con él, al agua con él"

Pero no hay que olvidarse ni mucho menos desmerecer lo que significó la revuelta de la libertad y del amor, las sensaciones producidas por las corrientes imprevisibles, del calor que se desprende en la amistad, de la emoción regeneradora por los gestos cálidos de los niños, de los cuerpos bañados de sal y sudor, y de la ruta que sigue siempre, incluso en invierno, al sol

"Allí en la orilla, dama sencilla
tengo tus brazos guardando mi amor.
!Placer de batallas!. !Viva la canalla!"
!Viva la suerte del viento a favor!


Y a tomar las aguas a Casablanca cuando quieras.






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