jueves, 11 de febrero de 2010

Najwa Nimri, el lado inquietante



Una imagen perturbadora acompaña a Najwa Nimri desde su debut cinematográfico en “Salto al vacío”. Perfil: una mujer de ideas, de acción. Una mujer risueña a veces, otras fantaseando como aquel solitario taxista Travis Bickle (Robert de Niro) fantaseaba delante del espejo con cargarse al mundo. Papeles en el cine interpretando personajes en filo, con un poco o con un mucho de mujeres marcadas. La música vivida con curiosidad, mirando hacia todos lados, hacia dentro.

Arrancó en el cine con las películas de su entonces compañero Daniel Calparsoro: “Salto al vacio” (1995), “Pasajes” (1996), “A ciegas” (1997). En 2000 llegaron otras con el mismo director: “Asfalto” y “Guerreros”, cintas para las que también realizó las bandas sonoras junto a Carlos Jean o Mastretta. Más de veinte películas viviendo historias nada vulgares: “Abre los ojos”, “Los amantes del círculo polar”, “Lucía y el sexo”, “Utopía”, “El Método”, “Trastorno”, “Oviedo Express”,”Mataharis”… Para nada mujeres ni personajes fáciles.

En la música no ha cesado el aprendizaje, la experimentación. Primero soul o jazz con los grupos Respect y Clan Club. Un primer destello de aceptación saludó al disco “No blood” (1998) y al grupo Najwajean, unión con el productor y guitarrista Carlos Jean. Un amor intermitente porque cada uno quería desarrollar su carrera con proyectos propios. “Till it breaks” (2007) los reúne de nuevo. El título de este álbum es explícito: hasta que se rompa. El estilo matriz de Najwajean va por trip hop: electro-pop de trance con sitios bailables, acústicos o rockeros.

En estas fechas se publica el primer disco de Najwa en solitario cantando en castellano. Hija de padre jordano y madre vasca, Nanjwa Nimri (Pamplona, 1972), cuyo nombre significa “éxtasis”, había elegido hasta ahora el inglés por considerar que ese era su idioma musical natural, porque, excepto el flamenco, no escuchaba música en castellano. Sensualidad y ansiedad flotan en las nuevas canciones. Se retrata en la portada escondiendo la cara con gesto de susto y calavera pintada en las manos. Y vemos en el tubo mágico que aparece en escena con ropa provocativa, fumando en escena. Un aire de “fille fatale”, como una pequeña chica mala capaz soltar aquello de “gritare y gritaré, gritaré hasta enfermar”. Aunque la voz no desdeña los susurros.

Una estética que administra el lado inquietante de la vida. Ya al comienzo de su carrera, Najwa declaraba con buen humor: "Mi voz denota un pasado oscuro, mala vida, trayectoria de alcohólica empedernida y ni siquiera tengo edad para ello. A mi voz no le ocurre nada, es así. Igual bajo el registro para hacerme la interesante pero... Mi profesora de canto decía que mi voz viene de antaño, de mi familia. Cuando era niña ya tenía la voz arrastrada, quería gritar como lo hacían las otras, ese alarido afilado de cuando viene el malo, y nunca fui capaz". Silencio, motor, acción…

ELLAS CREAN: Concierto Najwa Nimri, Sala Galileo Galilei, Madrid

miércoles, 10 de febrero de 2010

La letra con el canon entra

























POR LA LECTURA
Escrito por José Luis Sampedro

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de
jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque
no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido,
atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él
solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos.
Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes
sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro
a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl
May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos.

Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban
allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando
regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el
final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que
estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían
algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas.

Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una
simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera
otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y
luchas con la administración intentando convencer a burócratas y
médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el
conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a
la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus
usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas
actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de
cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en
reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de
pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por
cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a
los autores del desgaste del préstamo.

Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga
una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.

b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por
cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y
fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la Operación?. ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere
autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa
mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente
deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro

sábado, 6 de febrero de 2010

la Biblia y la lucha de clases



Os he pasado bien la lengua por el culo hasta relamerme,
pero ¡qué os creíais!,
luego me he lavado los dientes
con agua bendita

Zapatías 42:10

jueves, 4 de febrero de 2010

Las fuerzas ciegas del mercado


















El dilema de Krugman

Pedro Montes Rebelión

Una gran confusión prevalece sobre el futuro de la economía española, una vez que para algunos países parece haber pasado el peor momento de la crisis financiera y la recesión posterior, y una vez que el presidente Zapatero ha osado dar por iniciada oficialmente la recuperación. Dejemos de lado la economía internacional, en una situación mucho más problemática, compleja y peligrosa de lo que se cree, y centrémonos en lo que ocurre en nuestro país.

Zapatero fue el último en enterarse de la crisis económica y ha sido el primero en anunciar la recuperación. No sabe por qué ha comenzado, no puede calibrar su fuerza, no está en condiciones de asegurar su continuidad, no se atreve a pronosticar cuándo la mejora se traducirá en el empleo, pero para él la recuperación está en marcha. No hay que perder ni dos líneas en resaltar la insolvencia del presidente del Gobierno, ni su afición a actuar como un prestidigitador sacando conejos de la chistera (el último, la patraña del proyecto de ley de economía sostenible).

El presidente del PP, siempre al acecho en su triste papel de buitre para aprovechar los desastres, no tiene inconveniente en decir que la crisis se ha detenido pero que la recuperación es imposible con este Gobierno. Los dirigentes de CCOO y UGT, extraviados en una crisis que se les ha venido encima sin preverla, han puesto en marcha una estrategia de apaciguamiento pensando que, con algunas concesiones, en varios años se recuperará la normalidad y con ella el papel institucional reformista relevante que ellos tienen. Podría decirse, pues, que al margen de matices y precisiones temporales, se da por supuesto que la recuperación es el horizonte de la economía española.

Frente a esta previsión, hay razones para sostener que no sólo no hay recuperación a la vista, lo cual elimina el debate sobre los años que durará la crisis, sino que la economía se adentrará en el futuro en un proceso de degradación continuo, al que no se puede por el momento vaticinar fin. A partir del difícil estado actual, el deterioro de la economía llevará a una situación con extremas tensiones políticas y sociales, que traspasará el ámbito electoral en el que por ahora se piensa que están los forcejeos sobre la salida de la crisis. Se comprende bien que los dos partidos mayoritarios vivan y se preparen para mantener la competencia electoral con la crisis como tema estrella, pero se entiende mal que los sindicatos no se dediquen a preparar a los trabajadores para los conflictos inexorables que hay por delante.

Una economía en quiebra

Hay que partir de caracterizar a la economía española como una economía en quiebra. Arrastra un déficit exterior extremadamente agudo, que lo ha convertido en uno de los países con una deuda exterior neta más grave del mundo, y tiene un nivel de paro desolador. Con estos datos, se puede concluir que esta economía no ha encontrado su sitio en el puzle de la globalización, y más concretamente, que no ha logrado un equilibrio razonable en el marco de la unión monetaria europea.

El vaticinio de la no recuperación surge de la imposibilidad de financiarla. Una economía en expansión daría lugar a unas necesidades de financiación exterior que son muy difíciles de cubrir. En primer lugar, por el montante exigido. En el 2008, el déficit de la balanza por cuenta corriente, lo que se requería financiar, fue un impresionante 10% del PIB. Se reducirá acusadamente en este año, por el hundimiento de la demanda y la actividad, pero aún representará más de un nada desdeñable 5% del PIB, y un relanzamiento lo dispararía de nuevo.

En segundo lugar, por el enorme volumen de deuda exterior acumulada, que debe refinanciarse cuando la solvencia del país anda en tela de juicio en los mercados financieros internacionales. Esa deuda se ha canalizado fundamentalmente por las entidades de crédito y ha atrapado a todos los sectores económicos, incluido ya el sector público, que será incapaz durante bastante tiempo de practicar una política fiscal expansiva. En tercer lugar, la crisis financiera se dejará sentir durante mucho tiempo: se mantendrán los circuitos del crédito obturados y la desconfianza y la inseguridad como clima general. La falta de crédito y liquidez en la economía española, las restricciones financieras actuales no se disiparán, si no se agravan con la crisis latente del sistema crediticio español. En esas condiciones, no es posible la recuperación.

Las miserias de la política

Pero el problema del desajuste estructural que sufre el país es más complicado. La situación insostenible, bloqueada, sin salidas visibles, la han puesto de manifiesto muchos prestigiosos analistas, paradójicamente más los extranjeros que los españoles, quizás por estar menos sometidos a las miserias de la política y a al conflicto de intereses que la crisis ha exacerbado. Pueden tomarse las declaraciones del premio Nobel Krugman como un buen exponente de las opciones existentes. Este ha dicho, en lo que podría denominarse como su dilema: la economía española ha de reequilibrar su situación en la economía internacional por medio de una mejora de su competitividad, que sólo puede venir por dos caminos: una devaluación de la moneda, cosa imposible por la pertenencia al euro, o un drástico ajuste interno de precios y costes.

La magnitud de ese ajuste es discutible, pero se ha manejado una cifra entre el 15 y el 20%. Esta salida tiene muy serios inconvenientes y su aplicación es casi imposible. No se puede descartar que la crisis promueva un ajuste interno progresivo, como de hecho se está produciendo ya. Pero no cabe esperar que por un acuerdo social se reduzcan los costes, es decir los salarios, en una proporción tan intensa como la situación reclama, y mucho menos los precios, de por sí incontrolables. Hay que tener en cuenta, además, que un ajuste depresivo de esta naturaleza hundiría la economía, lo que a partir de los niveles de paro existentes crea un panorama tan estremecedor como inquietante.

Y el problema se complica porque si llegara a producirse el ajuste y a remediarse el desequilibrio exterior, la economía española no podría adentrarse en una fase de recuperación sostenida digna de tal calificación, porque desde el mismo momento en que esto empezara a suceder se reproduciría la pérdida de competitividad y con ello reaparecerían los problemas de financiación exterior. Así pues, la salida posible que nos marca Krugman es un hundimiento inmediato de la economía, con más millones de parados, y la condena a permanecer en el fondo estancada, pues las aventuras de recuperación son poco menos que imposibles. Esta es por lo demás la que se considera la opción realista, la única, pues se ha logrado un pensamiento común generalizado entre los políticos y economistas de que la pertenencia al euro es algo irreversible.

Cabría empezar rebatiendo esta opinión, pues no hay en la política nada irreversible. Descolgarse del euro es verdad que está fuera de todos los proyectos para remontar la crisis. Entre los políticos es imposible encontrar alguno que apueste por la salida del euro. Entre los economistas y analistas la posición no es tan cerrada, pero abiertamente nadie ha puesto la cuestión sobre el tapete. Pero con realismo es necesario replantearse la pertenencia a la moneda única pues, como se ha visto, la salida que propone Krugman es lanzarse a un precipicio, y las sociedades no son proclives al suicidio.

Una catástrofe financiera

Después de más de una década de pertenencia al euro y los fuertes compromisos en dicha moneda que tienen adquiridos todos los agentes sociales, salir del euro y restablecer una moneda propia fuertemente devaluada conduciría, entre otros males y conmociones, a una catástrofe financiera, al tenerse que pagar en euros la deuda descomunal exterior existente. Que el país tendría que declararse en bancarrota es más que probable, pero, y esto es lo que da dramatismo a la situación de la economía española, es que posiblemente no hay otra alternativa. Esta implicaría hacer tabla rasa del pasado y tener que empezar de nuevo a construir una economía con una moneda mucho más débil, con una relación de intercambio más acorde con los fundamentos económicos, más protegida y menos abierta al exterior, pero al mismo tiempo con más posibilidades internas de ser dirigida y controlada. De nuevo se dispondría de una moneda para equilibrar los flujos económicos con el exterior y se ganaría un instrumento esencial para intervenir en la economía como es la política monetaria propia, a la que se renunció con el euro.

En fin, lo que se ha presentado como el dilema de Krugman es realmente una aporía, esto es, como dice el diccionario: dificultad lógica insuperable de un problema especulativo. Ninguna de las dos alternativas es razonable, las dos encierran problemas gravísimos de aplicación y las dos implican consecuencias pavorosas. De ahí la opinión de que la salida de la crisis no se resolverá en claves económicas sino como resultado de los conflictos sociales y políticos que promoverá una situación económica insostenible. Y de ahí a decir que la lucha de clases será la que determine el futuro de la economía sólo queda un paso lógico, si bien abrirá un proceso social largo y muy complejo, donde por el momento nada está escrito si bien constituirá un escenario propicio para la aparición de demagogos.

Parece claro que el futuro de la economía y de la sociedad española será convulso, está lleno de interrogantes y en modo alguno se encuentra despejado, como quieren hacer creer los que divulgan que la recuperación está a la vuelta de la esquina o la fijan ya como telón de fondo para el porvenir inmediato. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que las dos alternativas existentes comentadas, que contradicen esa perspectiva, determinan escenarios muy diferentes, con implicaciones que van mucho más allá del problema complejo de la salida de la crisis económica.

La opción del ajuste interno supone en definitiva un ajuste permanente de la economía en el marco conceptualmente ultra neoliberal de la Europa de Maastricht, que tendrá que ser muy duro en un primer momento y sostenido después. Crea las condiciones para un continuo acoso a las condiciones de vida de la mayoría de la población, en sus salarios, en las pensiones, en los servicios sociales básicos, en los derechos laborales, en la fiscalidad. Es la continuación endurecida de lo que ha ocurrido desde que se aprobó el tratado de Maastricht para crear la moneda única, sin las ventajas ya de una expansión económica y los fuegos artificiales del bienestar. Es el peor escenario que cabe imaginar para los trabajadores, capas sociales modestas y sectores amplios de la pequeña y mediana burguesía, pues estarán sometidos a una ofensiva perenne contra sus condiciones de vida e intereses, por la presión constante que ejercerá el objetivo de no perder competitividad, contando además con que tienen una posición de fuerza política débil y en continuo desgaste.

No cabe edulcorar las consecuencias de la opción de salirse del euro. Los desbarajustes y excesos pasados amparados por el euro tienen que pasar factura. Como habrán de quedar desautorizados todos aquellos que apostaron por el euro, muchos de los cuales creyeron descubrir en la moneda única un maravilloso taumaturgo para poder cometer impunemente todo tipo de barbaridades y desmanes, llegando incluso a pensar que con el euro las crisis se habían acabado. La conmoción de una salida del euro sería terrible, o con más precisión, será terrible, porque todo hace pensar que será algo irremediable. Pero dicho esto, la sociedad española estará en mejores condiciones para dominar su futuro al hacerse con los resortes básicos para diseñar una economía diferente que, en la medida en que la izquierda imponga sus criterios, será lo mismo que decir que la economía podrá ponerse al servicio de las personas, y no como sucede ahora con el neoliberalismo, en que las fuerzas ciegas del mercado se imponen y domestican a la sociedad.

Por no olvidar a Krugman: cabría decir que su dilema es correcto, pero se equivoca en la elección desde el punto de vista económico y, contando con que es un progresista, desde el punto de vista político.

* Pedro Montes es economista.

lunes, 1 de febrero de 2010

Tony Blair: traje a la medida de un lord de la guerra



El periodista Robert Fisk, en el diario The Independent, corta este traje a la medida de Tony Blair.

Tony Blair y su inmaculada conciencia

Robert Fisk
The Independent


Para retomar una de las más viles expresiones de lord Blair de Kut al Amara, hay una "distinción binaria". Sangre que me empapó los zapatos en la sala de urgencias de un hospital de Bagdad en marzo de 2003, seres humanos que aullaban por sus quemaduras de fósforo, el anciano que con un pañuelo intentaba secar la sangre que brotaba de la órbita hueca de su ojo, las pilas de cadáveres en descomposición que había en la morgue de la capital iraquí. Y los gritos, sí los gritos, y los ruegos y los quejidos de animal moribundo de los heridos y agonizantes.

Este viernes, lord Blair se sentó en el Centro de Convenciones Reina Isabel II con su inmaculado traje, con su inmaculada corbata roja, su inmaculada camisa blanca y su inmaculada conciencia. Por Dios, eso sí que era una "distinción binaria". La diferencia que existe entre el infierno del dolor y el infierno de la mendacidad dichosa.

Tendrían que haber estado en Medio Oriente para sentirlo con la debida intensidad. Lord Blair estaba físicamente a solamente 3 mil 200 kilómetros de distancia de mí. Sicológicamente, sin embargo, se encontraba en otra galaxia, mientras componía y recomponía la historia.

Está el papel de Al Qaeda. Todos sabíamos de esta institución particular. "Lo cambió todo", como nos recordó una y otra vez lord Blair. Fue una de las razones por las que británicos y estadunidenses invadieron Irak. Supuestamente Saddam tenía nexos con Al Qaeda, o al menos eso dijo Washington, y podía darle a la organización armas de destrucción masiva, según lord Blair.

Pero cuando resultó que los nexos eran tan inexistentes como las armas, lord Blair se sorprendió mucho al ver a la red Al Qaeda reaparecer después de la invasión a Irak. "La gente no pensó que Al Qaeda e Irán jugarían el papel que tienen".

Lord Blair fue a la guerra porque pensó que Al Qaeda lo dejaría ganar en Irak. Por lo tanto, todo es culpa de Al Qaeda. NOSOTROS no matamos a 100 mil iraquíes (nótese que utilicé el saldo mortal más benévolo registrado). Fueron ELLOS, los terroristas, los insurgentes de Al Qaeda, los "sectarios", los malos.

Blair hizo uso del mismo truquito deshonesto al hablar de la guerra Israelí-palestina. "Es un problema constante para Israel", nos informó. "Ellos usan enormes fuerzas en sus réplicas y se prolongan fácilmente dos semanas, pero fueron los otros quienes lo comenzaron todo".

Pero no. No es así, lord Blair. Nadie pone en duda que los cohetes de Hamas precedieron la agresión israelí contra Gaza hace un año. De lo que se acusó a Israel fue de causar un número grotescamente desproporcionado de víctimas. Pero desde luego, eso no fue lo que Blair dijo, porque trabaja en Jerusalén, donde no puede ofender a ninguna de las partes. En su calidad de enviado para Medio Oriente, su trabajo consiste en impedir una carnicería masiva, cosa en la que fracasó abiertamente, como fracasó no poniendo fin a la carnicería en Irak.

Pasamos por un invierno frío en Medio Oriente, pero el miércoles me tuve que alojar de vez en cuando el cuello de la camisa. Pareciera que Blair fue tan exitoso en Irak como lo fue en Gaza hace un año. Todo está mejorando. La vida en Irak es mejor a lo que era en 2007, 2003, 2002, y para el caso, 2001. Si, ya entendí. Antes de la invasión, todo era culpa de Saddam. Después de la invasión todo es culpa de Al Qaeda e Irán. ¿Hay que suponer que ahora vamos a invadir Irán?

En un momento dado, este hombre miserable alardeó del legado histórico británico al implantar un gobierno iraquí en alrededor de los año 20, y omitió toda mención de una insurgencia masiva contra los británicos en Bagdad, Fallujah y Najaf, en 1922, que bien pudo haber sido una advertencia para él de la anarquía que surgiría después de 2003.

De vez en cuando, tuvo un resbalón, o al menos, el interrogatorio tocaba algún punto antes obviado. Cuando trató de decirnos que no se tomaron decisiones en su tristemente célebre reunión con George W. Bush en Crawford, lord Blair de pronto expresó (de hecho parece que se le escapó) que él creía que en esa ocasión hubo "conversaciones con los israelíes". ¿Qué? ¿Israelíes? ¿En la crítica reunión en Crawford? Israel fue la única nación, además de Estados Unidos y Gran Bretaña, que apoyó la guerra y, de hecho, la alentó.

Un amigo mío en Jerusalén me hizo el favor de revisar sus archivos y ahí encontró que una "fuente" de la cancillería israelí declaró que una invasión a Irak "definitivamente distraería la atención de la gente sobre el asunto israelí-palestino". La investigación jamás se topó con esta interesante pista.

Al final de la comparecencia, al tiempo que Lawrence Freedman leía la lista de muertos cada año y yo recordaba haber visto algunas de esas tragedias con mis propios ojos, Irak se coló al recinto.

El ministro Adam Price tiene razón: "nunca escucharemos una disculpa de este hombre", dijo. No podemos, claro, porque lord Blair hablaba de su propio juicio, de ser "franco", "absoluta y completamente" honesto y "absolutamente claro". Debíamos "quedarnos ahí y solucionarlo". Así que de eso se trataron todos los muertos, heridos, bombardeos, cuerpos despedazados, las violaciones y las torturas en Abu Ghraib.

Era un recinto demasiado pequeño para escuchar todo esto. No sorprende que no pudieran apelotonar ahí dentro a todos los deudos británicos. Casi 200 soldados ingleses no tuvieron representación en el acto. Esto llevó a que me preguntara cómo apelotonar las almas en el Centro de Convenciones Reina Isabel II de 100 mil iraquíes muertos.

© The Independent

Traducción para La Jornada: Gabriela Fonseca

http://www.jornada.unam.mx/2010/01/30/index.php?section=opinion&article=019a1mun